Los cambios de leyes nos explican claramente por qué las tasas de divorcios han aumentado en las últimas décadas, pero, detrás de cada disolución matrimonial, hay una historia más profunda que eso.
De hecho, ya se han realizado algunos sondeos sobre el tema, uno de ellos, estuvo a cargo de la Asociación Española de abogados de familia con datos reunidos de sus 2500 miembros.
Este sondeo identifica a las personas con una comprendida entre 40 a 50 años, como las más propensas a divorciarse. La razón principal (32 % de los abogados coincidieron en ello), de estos divorcios, es el desgaste, la falta de comunicación y el alejamiento, circunstancias provocadas por el estrés asociado a la crianza de los hijos o el trabajo.
En mucho de los casos, este estrés es provocado por la sobrecarga o excesiva dedicación de uno de los cónyuges al trabajo, crianza o labores del hogar. Situaciones que generan discusiones, desprecio, rechazo e indiferencia hacia la pareja.